martes, 12 de enero de 2010

Semana 2: Evolution's Darling


** Advertencia: Spoilers e ideas vagabundas. **

Y perseverar rindió sus frutos: definitivamente Evolution's Darling (ED) era uno de esos libros que - personalmente - tenía que leer. Y remarco la parte personal, porque uno de mis Grandes Temas (ustedes saben, esos temas que uno anda viendo en prácticamente todas las narrativas, en la vida diaria y hasta en los sueños) es qué nos hace ser personas. ¿Basta con nacer dentro de esta especie? Si es así, ¿por qué nuestra cultura asigna un status inferior a otros seres que comparten el 99% de nuestra estructura genética? ¿O requiere de la conciencia de sí? ¿Entonces los bebés y las personas con daño cerebral no son personas?

También me evocó el tema que cruza Dollhouse, aunque claro que ahí lo suscriben a "personalidades". Que tienen una historia completa, sentimientos, recuerdos, habilidades pero que por el hecho de haber sido creados por un programador y estar almacenados en discos duros no son "reales". Es como escribir un personaje, con la salvedad de que su realidad y la nuestra jamás se mezclaran.

Bueno, en ED esa frontera se puede cruzar. Y en ambos sentidos. El resultado del Test Turing es la medida que determina si eres "persona" con derechos, libertades y obligaciones o si eres parte de la mano de obra esclava robótica. Claro que en la novela el test se revirtió: lo que busca es rasgos de máquina, más que una humanidad verosímil.

Y Darling, nuestro protagonista, pasa la frontera gracias a dos experiencias: la impredecible belleza del arte y la explosión sensorial del sexo. Es la última la que lo rescata de un "abrutamiento" forzado. La relación entre Darling y Rathere (la adolescente humana que partió siendo su "alumna" y termina siendo su amante) me provoco conflictos, no por tonteras morales sino porque me recordó mucho la amistad - dependencia de otra pareja de chica - robot que Westerfeld presenta en Extras, el cuarto libro de su serie Uglies. Obvio que no es la misma historia, pero el paralelismo me descolocó.



Pero ese no es el gran giro de ED, es solo el comienzo. El conflicto llega envuelto en otro chiche de la ciencia ficción: la clonación, la copia de una persona (en este caso artificial, pero repito, no es relevante).

Aquí entra Mira, una mujer que es todo lo contrario a su apariencia sino frágil, mínima. Su historia, su carácter y su final en general me dejaron con una profunda desazón. En ella ví la representación de esa humanidad, que extendida por el universo y con recursos y conocimientos vastos, se deja llevar por inercia según unos designios misteriosos, su memoria alterada en una de las formas de eternidad y esclavitud más desesperantes que he leído.

No obstante, encontré mucho más estimulante el planteamiento que el arte es una pieza fundamental para conseguir este status superior, en buena parte, porque el tema de la clonación queda bien resuelto. Apreciar una escultura, vibrar con una obra musical, encontrar eco en una historia que nos sustrae de nuestra realidad son todas expresiones de nuestro espíritu, parece decirnos el autor. Concuerdo totalmente.

¿Me arrepiento de haber leído Evolution's Darling? Por supuesto que no. Quizás debí haberlo reservado para el otoño, cuando mi mente está más apta para esa cantidad de información y descripción, pero como dije, este era obligatorio para mí. Primero porque es Scott Westerfeld (en otro momento haré una entrada acerca de él y mi fanatismo) y segundo por lo que escribí al principio.

¿Lo recomiendo? Si, pero no como primer libro de Westerfeld, no para la gran mayoría de mis conocidos, no para los que se sonrojan al leer erótica y no para los que son, en general, sensibles con temas como la tortura.

****Siguiente libro*****

¡No me puedo decidir! Se me abrió el apetito por algo de Charles De Lint, pero haciendo limpieza encontré Hot Line de Luis Sepúlveda, Estuche de Muerte de Susan Sontag y Nieve de Primavera de Yukio Mishima. Decisiones, decisiones... como todavía me quedan unas horas, lo decidiré después de haber dormido.

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