lunes, 25 de enero de 2010

Semana 3: Estuche de Muerte

"- (...) A eso añadí una declaración, sentimental si quieres, de mi fe en ti. ¿Y tú cómo respondes? Te me echas encima como una fiera y me acusas de ser un cobarde huidizo. Un "rebajavidas", como diría no sé quién."


*** Advertencia: Spoilers e insultos a un personaje ***


Cuando leo, me sumerjo absolutamente en la narrativa. Soy de las que ríen a carcajadas, se angustian y lloran (a escondidas) con "simples" palabras escritas, porque al fin y al cabo, de eso se trata, ¿no?. Me gusta que un autor me provoque sentimientos, cualquiera sean estos.

Dicho esto, puedo declarar sin temor a que se malentienda: ODIE a Dalton "Diddy" Harron, el protagonista-narrador de treinta y tantos, publicista y divorciado. Más o menos, cada 3 páginas tenía unas ganas locas de estrangularlo, golpear con un objeto contundente su cabeza o patearle sus partes nobles.

La historia parte con una descripción bastante cercana a lo que fueron mis últimos días de la fase "¿Quién yo? ¿Depresión? Nooo, qué va." La diferencia entre tener-vida y vivir, básicamente. Claro que nuestro buen Diddy decide suicidarse, ingiriendo media botella de somníferos. Se recupera y hace como si nada. Del trabajo lo mandan a un Congreso de su compañía en otra ciudad. Pero es en el tren donde suceden dos hechos, (Diddy ¿asesina? a un obrero de apellido Incardona y luego conoce a Hester) que marcarán el tono del resto de la novela.

El resto de la novela, que es en buen chileno, un caldo de cabeza bien concentrado. Súper concentrado. Casi puré, más que caldo. Una de las cosas más exasperantes de este hombre es que a cada rato se pone calificativos: "Diddy el Bueno", "Diddy el Osado", "Diddy el Celoso", etc. Porque, oh sí, Sontag es una maestra al ponernos un micrófono en la mente de este desgraciado. Pero si siempre he pensado que los vínculos mentales (mental links), legilimency y telepatía con la mente de cualquier persona (cualquiera, aún las que quiero y/ó admiro) deben ser una pesadilla, Diddy hace méritos para ser un pequeño infierno con patas.

Con los ojos de este imbécil vemos a Hester, la chica ciega que según la contratapa él "seduce" en el tren. Si eso es seducción, La Metamorfosis es un libro para 1º básico. En fin... La ceguera juega un papel relevante, cosa nada rara si recordamos el background de la autora. Pero Hester es un personaje de cartón, instrumental para la miseria de Diddy al personificar la esperanza encontrada y luego perdida. Podría culpar de esto a Sontag, pero sería injusta, ya que el final nos sugiere que las 349 páginas anteriores en realidad pasaron dentro de la maldita cabeza de Diddy. O sea, Hester y el tren, el Congreso e Incardona, son expresiones de su rematada mente mientras... ¿Agoniza? ¿O ya está muerto?.


Lo peor es que perfectamente podríamos encontrarnos con varios Diddy en la calle; su pobreza de carácter, su apatía y su pasivo egocentrismo, ya pandémicos en esta pos posmodernidad.

***

¿Me arrepiento de haber leído Estuche de Muerte? No. Me gusta el estilo medio tortuoso de la Sontag y cualquier libro que se rehúse a ser olvidado - por buenas (come, give me a hug, Vorkosigan series) o malas razones (why, hello there Brave New World )- mereció mi tiempo.

¿Lo recomiendo? ¡Claro! Asumo, eso sí, que mi interlocutor tiene a Kafka como autor de cabecera. Y lee La Guerra y La Paz para entretenerse.

*Nuevas preguntas ociosas* 

¿Leerlo se parece a...? Someterse al test de alergias. Es una elección, te ahogas y sufres, quieres matar al técnico-enfermera-doctor que te está pinchando repetidamente y el resultado suele ser algo que sospechabas y que te deja con más temor a lo externo.  

¿Si fuera una canción, cuál sería? Idioteque de Radiohead: desesperante, angustiante, pegote y excelente. 
 
 **Siguiente título**

Esta semana hay un conflicto de intereses importante. Tengo dos libros a medio leer y estoy haciendo ping pong con ellos. No quiero dar favoritismos apresurados, así que no anunciaré los títulos.

1 comentarios:

Jorge Román dijo...

Me gusta tu estilo para comentar los libros. Quizás le daría una última vuelta, pensando el comentario para gente que no haya leído el libro y no quiera espoilearse demasiado.

Por lo demás, me parece un noble cometido, leer un libro por semana. Yo, con uno al mes, sería feliz.

¡Saludos!